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No hay duda de que todas las historias de las grandes marcas tienen detrás una cierta dosis de emoción, pero en el caso de la historia de Alfa y la historia de sus máquinas de coser es otra cosa. Nos remontamos a principios del siglo XX en un pequeño pueblo del País Vasco llamado Éibar. Por entonces Alfa se dedicaba a fabricar armamento, pero después de atravesar una pequeña crisis y gracias a la certera visión de Don Toribio Echevarría, dejaron de lado tan dusoso oficio de promover el arte de la guerra, y se dedicaron de lleno al precioso gremio de los costureros, la creación, y el disfrute en el hogar: Las máquinas de coser alfa habían comenzado su historia en España y corría el año 1920.
La empresa pionera en España de máquinas de coser sigue creciendo y creciendo hasta la llegada de la guerra civil, pero tras varios años de intensa guerra en la zona todo se va al traste y hay que poner pies en polvorosa.
El 1939 finaliza nuestra guerra pero empieza la otra gran Guerra, la de Europa, y como allá por el 1940 los norteamericanos empiezan a ver las orejas al lobo, la marca Singer quiere arrimar el hombro por su país y se decide a fabricar armas como locos para darles pal pelo a alemanes y japoneses. Para entonces ya se habían dado cuenta de que lanzar máquinas de coser desde sus aviones o dispararlas desde su cañones, no era una gran idea, a no ser que pretendieran que todo enemigo empezara a confeccionar sus propias prenda de vestir para mantenerlos ocupados.
Algunas de sus máquinas más conocidas o publicidades fueron: